martes, 8 de octubre de 2013

Refundación

La crisis política, y de identidad, de la derecha chilena se me hizo patente cuando un amigo que trabaja para un candidato del sector me preguntó si le podía aportar alguna idea que su candidato pudiera promover.

Que extraño, pensé, creía que era al revés: primero se tiene una idea y luego se levanta una candidatura. Es probable piense así por pasar demasiado tiempo el mundo de la ideas, pero, si de vez en cuando no se puede elevar la mente hacia algo más alto, aunque sea como aspiración, uno queda condenado a revolcarse en el barro como los chanchos, que nunca miran hacia arriba.

Un candidato sin ideas es un candidato sin identidad. Al parecer su sector no se las proporcionaba. Esto no presagiaba nada bueno. Con la inminente derrota en el horizonte, se habla de refundar la derecha. Otros, más medidos, hablan de repensarla o de encontrar el relato (Russel Kirk había usado términos parecidos hace medio siglo, pero en Chile nadie lo lee).

Una refundación implica una destrucción total. No está claro que eso haya ocurrido o que vaya a ocurrir. Tampoco es tan terrible, muchas instituciones de nuestro país han sido refundadas en el pasado y hoy florecen.

Pero una refundación exige un examen profundo. Primero, aclarar cuál fue la causa de la destrucción.  Esto ya da para que corra bastante tinta, pero si la causa no puede ser controlada es inútil refundar y es mejor hacer la pérdida. Segundo, hay que saber qué es lo que se va construir sobre las ruinas, y como una refundación requiere de esfuerzo, debe haber un convencimiento de que vale la pena refundar, de que lo que se refunda es, o representa, algo bueno. Aquí puede estar la raíz del problema.

Si la causa de la destrucción es accidental –problemas de imagen o de comunicación– no es necesario refundar, sólo trabajar más inteligentemente. Pero si se trata de un colapso desde dentro, y eso parece ser el caso, hay que recoger de las ruinas lo que se pueda aprovechar, hacer a un lado los escombros, quemar la basura y construir nuevamente.

La crisis de la derecha es una crisis de identidad porque ha dejado que la izquierda la defina. Eso es muy conveniente para la izquierda, que se eleva a sí misma como portadora de toda la bondad (igualdad, libertad, progreso, humanismo, solidaridad) y ha dejado a la derecha sólo la eficiencia y la libertad económica, muy necesarias, pero insuficientes para construir una sociedad. Tal como la define la izquierda, la derecha es sólo la defensa de comportamientos atávicos e intereses económicos y de clase.

Ahora, una crisis de identidad no se resuelve asemejándose al contrario (eso la agrava). Si sólo se trata de ganar, es más fácil pasarse en masa al otro lado. Una buena opción sería comprar un partido: creo que el PPD está en venta. No, la crisis de identidad se resuelve entiendo y afirmando lo que se es y no dejándose definir por otros. Pero para eso hay que estar convencido de que vale la pena ser y compartir lo que se es. Pero si la derecha se reduce simplemente a materias económicas y de gestión, y no propone una idea del hombre y de la sociedad, sólo gobernará cuando la izquierda lo permita.

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