martes, 22 de enero de 2013

Superioridad moral

por Federico García (publicado en El Sur, de Concepción)

El incidente de los perros en Punta Arenas ha sido superado, según las partes involucradas, sin embargo, el hecho pone de manifiesto un problema que, si no se corrige, seguirá causando males. Antes de entrar en materia, un breve resumen para quienes no alcanzaron a enterarse.  Hace varios días aparecieron muertos unos quince perros callejeros en el centro de Punta Arenas. Grupos defensores de los animales culparon al Obispo de la ciudad por la matanza, ya que éste se había quejado por la proliferación de los perros callejeros y había llamado a las autoridades a poner fin al problema. Además, algunos defensores de los animales decidieron interrumpir la Misa en la Catedral y pararse arriba del altar (y aprovechar de sustraer algunos objetos).

El problema es la posición de superioridad moral que toman algunos grupos, del tipo que sea (ambientalistas, estudiantiles, indigenistas, etc.), y que bajo el amparo de su causa deciden hacer justicia por sus propias manos. Esta posición es muy cómoda, puesto que no le rinde cuentas a nadie: no hay instancia superior para el que ocupa la superioridad moral. Alcanzar la superioridad moral es fácil, hay que tener buenos sentimientos, seguridad en uno mismo, una causa de moda y un enemigo.

En el caso de los perros, unas cuantas personas interpretan las palabras de otro, asignan culpabilidad, y proceden a castigar de acuerdo a su criterio; cosas que se supone hacen distintos poderes de un estado legítimamente constituido. Si bien, como se mencionó, el caso se consideró superado, estos mismos elementos se dan también en los casos de terrorismo, tanto en los bombazos en Santiago, como en la violencia de la Araucanía.

Nunca falta quien niega la legitimidad del estado - no es el caso de los violentistas indigenistas ya que reclaman ciertos privilegios del estado - pero en los anarquistas que han ganado visibilidad en los últimos meses se ve observa esa postura. Sin embargo, negar la legitimidad del estado, o denunciar la maldad del oponente, no justifica la propia causa (derechos de los animales, gratuidad de la educación superior, reivindicación de tierras) de modo automático.

Cuando, desde la superioridad moral, se niega la legitimidad de lo existente para poder reemplazarlo por otra cosa (es decir, cuando se pretende comenzar de cero, que al parecer es lo que quieren quienes proponían una asamblea constituyente) quedamos en un terreno muy difícil, ya que se confrontan visiones globales de la realidad, y queda la sola razón como árbitro entre ellas, y ni aun así suele haber acuerdo sobre lo razonable.

Lo más prudente es buscar cambios graduales, usando como cimiento lo ya construido. Esto, que tiene algunas implicancias largas de elaborar, supone la humildad de reconocer que quienes vinieron antes no se equivocaron del todo. Con esa humildad se puede descender de la posición de superioridad moral.

¿Pero qué hacer con los que insisten en ser superiores moralmente y escapar de las normas que rigen a la mayoría? La institucionalidad vigente tiene procedimientos adecuados, pero si quienes deben aplicarlos no lo hacen, ahí sí que se genera una crisis de legitimidad.

martes, 8 de enero de 2013

Control de armas

por Federico García (publicado en El Sur, de Concepción)

Es cosa de preguntarle a un hombre que recientemente haya sufrido un robo qué tipo de castigo merece un delincuente para darse cuenta que las leyes tienen que deliberarse con calma, y que intentar pasar una ley al amparo de algún hecho conmovedor es aprovecharse de las circunstancias.

Hace unas semanas, a propósito del tiroteo en un colegio en Newtown, EE.UU. surgieron voces en nuestro país llamando a un mayor control de armas y culpando de este tipo de matanzas a las liberales leyes de armas que rigen en EE.UU.

Pero el horror de una masacre no es una licencia para dejar de examinar el problema con detención. Si bien cada vez que hay un tiroteo en EE.UU. como el Newtown o el de Columbine se echa la culpa a las leyes de armas, eso no ocurre cuando el tiroteo es Noruega (2011), Alemania (2009, 2006, 2002), o en Finlandia (2008, 2007), etc. En esos casos la noticia, y el clamor público suelen centrarse en otras cosas, porque en esos países tienen leyes de armas bastante estrictas. La explicación de un fenómeno no se reduce a una sola variable.

Ahora, estos crímenes parecen ser más comunes en Estados Unidos que en otros países, y es tentador poner como explicación la gran cantidad de armas que hay en manos particulares en ese país. Pero Estados Unidos es un país enorme en población, por lo que es de esperarse que cualquier cosa que pueda ocurrir sea más común ahí que en países con poca población, como Noruega o Finlandia. Además hay otros países, como Suiza, donde hay gran cantidad de armas en poder de los ciudadanos y no ocurren estos incidentes.

Para poder entender por qué en un país como Estados Unidos la posesión de armas es un tema tan importante, hay que mirar dos elementos. Primero, está consagrado como un derecho en su constitución (aunque las palabras dejan lugar a interpretación) porque la revolución de las Trece Colonias fue posible gracias que cada campesino independiente tenía su arma, para cazar como para defenderse, que pudo usar contra los Ingleses. El arma es vista como una garantía de la libertad, después de todo, los pioneros en control de armas han sido los regímenes totalitarios, por razones obvias.

Además, se considera el arma como garantía de la seguridad personal, teniendo en cuenta que como los delincuentes no suelen obedecer las leyes de armas, el ciudadano honesto suele quedar indefenso frente al malhechor. Cuando ocurre que algún dueño de casa repele una agresión mediante el uso de su arma, como pasó en Santiago hace algunas semanas, no suele comentarse mayormente la noticia.

Por otra parte, la proliferación de armas en una sociedad hace más probable el crimen violento, y hace que aumente la tasa de suicidios. La solución al problema es cosa prudencial, no de principio. La tradición de armas de nuestro país es distinta a la de otros países, pero viendo lo que ocurrió luego del terremoto de febrero de 2012, y la reacción de las autoridades, siempre tendré mi arma relativamente a mano.