martes, 2 de septiembre de 2014

Algunas notas sobre el ranking de notas

La intención era buena y la idea también. Cuando se tomó la medida de incluir dentro del puntaje para la selección universitaria el “ranking” de notas de cada alumno, se consideró que los hábitos de estudio reflejados en la posición relativa de cada alumno en su curso eran algo deseable para las universidades (los hábitos son un buen predictor de éxito académico). Además, el “ranking” ayudaría a alumnos de malos colegios, es decir, de escasos recursos: siendo jóvenes de esfuerzo, se verían recompensados a pesar de su mala preparación.

Estas consideraciones preliminares muestran la insuficiencia del puntaje de la PSU (más las NEM) como medio de selección, pero el monopolio que de facto ejerce el Estado por medio del sistema de admisiones, créditos, etc. no permite mayor despliegue de proyectos originales.

A pesar de la buena intención hubo consecuencias inesperadas, es algo que suele ocurrir al aplicar políticas sociales. La realidad es dinámica, no estática: al aplicarse una política a una situación particular no se obtiene la situación original más la política aplicada (la solución), sino una situación completamente nueva, con problemas propios (es algo que los planificadores no acaban de comprender, porque implicaría el fin o la prolongación indefinida de la ingeniería social). La realidad es demasiado compleja para poder ser manejada con tanta facilidad, más si se trata de la realidad humana.

No es que el comportamiento de las personas sea impredecible, sino más bien que no sigue los patrones esperados por los planificadores. Las personas tienden, de manera comprensible, a defenderse de que aquello que parece amenazarlas. Si hacen sacrificios, suele ser por cosas concretas más que por abstracciones.

En el caso del “ranking” lo inesperado fue la fuga de alumnos de liceos emblemáticos (algo parecido ocurre, a menor escala, en los colegios privados dirigidos a alumnos de escasos recursos: en IV medio se van a colegios fiscales para poder optar a becas). Esto ha provocado todo tipo de protestas, reclamos y peticiones. El comportamiento realmente inesperado es el de los alumnos de los colegios que reciben a los “fugados”: ellos se ven perjudicados con la llegada de otros estudiantes que los desplazaran hacia abajo en el “ranking” pero no dicen nada, los más perjudicados sufren en silencio los efectos del experimento. Quizás algunos de ellos se vayan a otros colegios, de inferior calidad aun, para poder quedar en la cúspide.

En cualquier caso, una intervención genera una reacción en cadena. Lo que sería realmente inesperado es que los planificadores e ingenieros sociales aprendieran algo de humildad y prudencia frente a una realidad que siempre los supera. 

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