Los hechos en Venezuela demoraron en llegar a la prensa
nacional, pero al fin lo hicieron. Hemos visto protestas en contra de un
presidente democráticamente elegido (sospechosamente designado por su antecesor)
que ha usado la democracia en función de la ideología, y la represión contra
los manifestantes. Nos hemos enterado del desorden, de la escasez de productos
básicos, de la persecución legal contra la oposición y los ataques a prensa
libre.
Esto ha generado bastante comentario a nivel local, y algunos
se preguntan qué pasará con Venezuela. Las cosas que se digan en Chile sobre
Venezuela no cambiarán mucho las cosas. Desde aquí poco o nada se puede hacer
para mejorar la situación de los venezolanos. Lo comentarios en una y otra
dirección probablemente nunca lleguen a los oídos de los supuestos
destinatarios. Pero si no podemos hacer nada por Venezuela, la situación de ese
país sí puede hacer algo por nosotros.
No hemos de pensar que lo que vemos a través de los medios
no puede aquí. (De hecho, ya ocurrió –y eso es lo que no se puede decir
respecto de la situación venezolana– y podría ocurrir nuevamente, aunque no
mañana ni pasado.) No somos iguales a Venezuela, pero tampoco somos tan
distintos. Lo interesante es ver cómo se llega a tales situaciones –nunca de un
día para otro– para reconocer los signos y prevenir las consecuencias.
No hace falta sobreabundar sobre el respeto a las
instituciones y la ley, el peligro del populismo y cosas parecidas. Son de
sobra sabidas, y el que pueda discernir las señales –como la condena en el caso
Luchsinger-Mackay– que lo haga.
Parece más provechoso concentrarse en algo más pequeño, pero
más revelador. Para eso, un botón de muestra. Notemos las declaraciones de la
FECH. Muchos (¡ingenuos!) se escandalizaron que tal grupo de estudiantes
apoyara a un gobierno como el de Nicolás Maduro. No puede esperarse algo
distinto de los que todavía suspiran por Fidel Castro y el Che Guevara. Lo que
importa ahora es si esa misma lista, o alguna afín, vuelve o no a ganar las
elecciones de la FECH el próximo año. Si son castigados por sus compañeros,
quiere decir que algo habremos sacado en limpio de la crisis venezolana, que la
apatía puede ser sacudida.
En la misma línea, habrá que ver si la participación
electoral sube en el futuro. Si hay algo que permite que regímenes como el de
Chávez-Maduro se hagan con el control total es la apatía inicial. Las libertades
rara vez mueren de golpe, se las socava de a poco. La indiferencia respecto de
lo público permite que unos pocos hagan lo quieran con ello, mientras la
mayoría se encuentra distraída en sus cosas. Es que cuando las cosas más o
menos funcionan es más cómodo dejar que los acontecimientos sigan su curso.
Cuando la necesidad de involucrarse se hace patente, suele quedar poco con lo
que involucrarse.
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