martes, 12 de noviembre de 2013

Catastrofismos

Creo que era Gonzalo Vial el que decía que Chile se encuentra al borde de un precipicio cultural y moral. Es tentador pintar un cuadro así, es un recurso retórico habitual. Alguna vez lo he hecho yo mismo. Pero me parece que es más certero T.S. Eliot cuando dice que el mundo no acabará reventando, sino que se desinflará (aunque G.K. Chesterton, que reconocía que los hombres vacíos terminan así, se reservaba el derecho a terminar con una explosión).

En todo caso, lo de estar al borde de un precipicio es engañoso porque a los abismos culturales y morales no se cae repentinamente, sino que se desciende de a poco. No se construyó Roma en un día, y también su caída fue precedida de una lenta decadencia. A los historiadores les gusta hablar de procesos.

Aun así, el rechazo a esta manera de plantear las cosas no viene tanto de la consideración de procesos paulatinos –que siempre acaban en algún lugar– sino más bien de una actitud de rechazo, un cierto “esto (sería tan terrible que) no puede pasar (aquí)”. Eso, más que un recurso retórico, es una falacia.

Los argumentos de necesidad son para la lógica, la metafísica y algunas otras disciplinas, pero no para la historia y la política. Muchas cosas impensables pueden pasar.  ¿Esclavitud en país que nace con una declaración de libertad, como Estados Unidos? ¿Persecución anticristiana (con abundantes mártires) en una tierra tan católica como Méjico? ¿Escasez de alimentos en un país con enormes reservas petroleras, como Venezuela? ¿Una oligarquía gobernante en una sociedad fundada sobre la base de la abolición de las clases sociales, como la Unión Soviética? ¿El reconocimiento del mercado como una fuerza reguladora de la economía por parte de uno de los últimos gobiernos comunistas (en China)? No hace falta seguir.

Lo que ha pasado antes puede volver a ocurrir. La actualidad implica potencialidad (ese sí es un argumento de necesidad metafísica). El recurso al miedo, el catastrofismo, puede no ser el recurso más elegante, ni si quiera el más efectivo. Pero la negación de la posibilidad de la catástrofe no puede basarse en un simple “esto no puede pasar”. Eso no es un argumento. ¿Quiere decir que estemos al borde del precipicio? No necesariamente, pero tampoco hay que descartar la posibilidad. Lo más probable es que ya estemos bastante abajo, pero también bastante acostumbrados.

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