martes, 18 de junio de 2013

Indisciplina: lo que no queremos ver

No soy usuario frecuente de las redes sociales, pero una nota reciente compartida por un amigo me llevó a hasta un artículo de un diario regional que de otro modo me hubiera perdido.  La noticia contaba la historia un profesor venido del extranjero a enseñar inglés, quien, por el desorden reinante en la sala y la falta de respeto, no pudo hacer clases. La frase más desalentadora la dijeron sus colegas “en todos lados es igual”. Seguramente esto es una generalización precipitada, pero dirige la atención a uno de los más graves problemas de la educación chilena, uno del que se habla en voz baja pero que nadie se atreve a poner en el tapete.

Esto no se queda en la anécdota. Hace unos meses un titular de un diario de circulación nacional decía lo mismo: “Indisciplina y poco respeto son dos debilidades de nuestras aulas”. Nada que no supiéramos, pero ahora respaldado por un estudio. Esto es serio porque la educación se entrega y se recibe, o se pierde, en la sala de clases.

Éste no el “el” problema de la educación chilena. La educación tiene muchos problemas, y basta uno de ellos para que echar por la borda toda solución a los demás problemas (un auto con un sólo neumático desinflado no anda mucho mejor que uno que tiene planos los cuatro). Pero el problema de la indisciplina en los colegios recibe poca atención, y mientras no se arregle, de poco y nada sirven las soluciones al resto de los problemas.

Es comprensible que se pase por alto la falta de disciplina. El tema de la educación lo trajeron a la atención pública los mismos estudiantes, y es natural que sean muy críticos de todo pero poco de sí mismos. Además, la manera de plantear el problema ha sido extremadamente desordenada, indisciplinada y hasta irrespetuosa.

Pero sobre todo, no es un problema que se resuelva con plata (que es el tema principal del debate), sino con cambios de conducta, que son difíciles. Es más fácil cambiar el sistema entero que cambiarse a uno mismo – y a los cercanos. Pero si cambia el sistema sin que cambien los modos de actuar todo cambiará para que todo siga igual.

Ahora, el problema de la indisciplina y falta de respeto es un problema de autoridad. No se resuelve solamente con castigos, aunque la razón a veces necesite de la fuerza para imponerse a la irracionalidad. Probablemente tenga que ver con la concepción que tiene de sí mismo el estudiante, del lugar que ocupa en la sociedad, de su entorno familiar –sobre todo de la imagen paterna, de sus aspiraciones para el futuro y la relación que tiene su educación con ellas. Tiene que ver también con el conflicto entre las pasiones humanas en quien todavía no es capaz de controlarlas, y con el bien hacia el cual hay que dirigir a la persona joven y por lo mismo, incompleta.

Pero no se habla de esto, es más fácil hablar de lo que se puede medir, de números y dinero: todavía no se vislumbra la superación del esquema que pone la cantidad por sobre la cualidad.

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