jueves, 26 de febrero de 2015

No le creo

 “Yo no le creo a la Presidenta cuando dice que se enteró por la prensa de la reunión…” ha dicho el diputado Nicolás Mönckeberg. De alguna manera expresa el sentir de los chilenos frente todos los políticos: “no le creo”. Por lo mismo uno podría dudar de la sinceridad de las palabras del diputado. Después de todo, estos días Michelle Bachelet es como el cadáver de una ballena que flota en el océano, en el que se ceban los tiburones y todo tipo de carroñeros. ¿De verdad no le cree, o es que eso es lo que había que decir en el momento, para posicionarse?

Pero dejando de lado las sospechas que necesariamente caen sobre la tremendamente desprestigiada clase política (ya no se trata de no creer en las promesas de campaña, o cosas puntuales de cualquier tipo, sino de dejar de creer en la persona), es hora de hacer explícito este no creerle a la presidente y a otros.  Es hora de la oposición deje de ser tan ingenua y sea capaz de decir “no le creo” en muchos otros ámbitos.

“No le creo” que el aborto vaya a limitarse a sólo las tres causales mencionadas: la intención es liberalizarlo por completo. “No le creo” que el AVP es el final del asunto: la intención es legalizar el matrimonio entre homosexuales, y más aún, disolver la familia tradicional. “No le creo” que la reforma educacional apunte a corregir desigualdades: la intención es quitarle a los padres su rol de educadores. “No le creo” que busque la igualdad: lo que se busca es poder de aplastar a los que se destaquen en cualquier ámbito. “No le creo” que se vaya a respetar la objeción de conciencia del que se oponga a estos proyectos: la intención es aplanar al que se atreva a disentir.

“No le creo” que sus intenciones sean buenas: la intención de la Nueva Mayoría es el control total, del Estado sobre la persona. Para lograr eso ha sembrado el odio y la división y fomentado la lucha durante años. Para lograr eso ha mentido, mentido sobre sus propias intenciones. Ha abusado de la palabra democracia, ha degradado la palabra justicia. “No le creo”, y eso es grave, porque cuando se pierde la confianza en la veracidad del otro, no hay diálogo posible.

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