martes, 8 de julio de 2014

Aborto y conducta heroica

A raíz del debate sobre el aborto se ha surgido nuevamente la pregunta si acaso se le puede exigir a alguien una conducta heroica. La respuesta breve es que sí, si la situación lo amerita, es cosa de recordar las efemérides de estos días. (¿Alguien repara alguna vez en quién sale en el billete de mil pesos y  por qué?). Anteriormente hemos tratado el tema desde el punto del valor de la vida humana y del estatuto del no-nacido, pero es interesante ahora considerar el heroísmo en sí mismo, ya que tanto se usa el término.

Se consideraría que un llevar a término el embarazo de un feto inviable o producto de una violación sería una carga a la que a nadie estaría obligado. En última instancia se trata de dos casos extremos de embarazos no deseados, por eso la legislación abortista comienza por casos extremos pero se pone cada vez más laxa: se trata de diferencias de grados y no de tipos. Se puede considerar si acaso llevar un embarazo no deseado a término es una conducta heroica o simplemente buena. ¿Dónde, en la escala de hacer lo no que uno no quiere, comienza el heroísmo? Esta es una de las preguntas más duras sobre el aborto, siempre que se tome en serio.

El heroísmo implica un sacrificio por otros y es por eso, quizás, que en una sociedad que reduce al mínimo los vínculos entre personas la conducta heroica sea problemática. La sociedad plural pone el énfasis en los vínculos libremente adquiridos y una de las características de la conducta heroica es que suele surgir de una imposición de las circunstancias, que no se eligen.

Esto hace que la situación en la que se presenta la posibilidad de actuar heroicamente opere generalmente como una disyuntiva: o se es héroe, o se actúa mal, sin término medio. Por ejemplo, una persona puede presenciar algún crimen, si intenta impedirlo se expone a un riesgo, pero actúa valientemente. Si decide dejarlo pasar, no se expone, pero es cobarde. Lo que no cabe es seguir por la vida así no más. Hay situaciones en las que actuar bien es lo mismo que ser heroico, y en la que no serlo es actuar mal. Esas situaciones, por su naturaleza, no son libremente elegidas.

Esto no resuelve la interrogante si acaso no abortar es una conducta heroica, o si acaso la sociedad puede exigir ciertos actos heroicos, pero sí muestra que la conducta moral no es simplemente elegir o decidir una cosa, sino elegir o decidir frente a situaciones que no se eligen, lo cual, por supuesto, es algo que a la mentalidad autonomista le cuesta aceptar.

Como corolario a la cuestión se puede añadir lo siguiente: si no se puede obligar a nadie llevar un embarazo a término, puesto que eso consistiría en una conducta heroica puramente personal, tampoco podría obligarse a nadie a pagar pensiones alimenticias por un hijo no esperado: los vínculos naturales obligan a todos o no obligan a nadie.

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