martes, 8 de enero de 2013

Control de armas

por Federico García (publicado en El Sur, de Concepción)

Es cosa de preguntarle a un hombre que recientemente haya sufrido un robo qué tipo de castigo merece un delincuente para darse cuenta que las leyes tienen que deliberarse con calma, y que intentar pasar una ley al amparo de algún hecho conmovedor es aprovecharse de las circunstancias.

Hace unas semanas, a propósito del tiroteo en un colegio en Newtown, EE.UU. surgieron voces en nuestro país llamando a un mayor control de armas y culpando de este tipo de matanzas a las liberales leyes de armas que rigen en EE.UU.

Pero el horror de una masacre no es una licencia para dejar de examinar el problema con detención. Si bien cada vez que hay un tiroteo en EE.UU. como el Newtown o el de Columbine se echa la culpa a las leyes de armas, eso no ocurre cuando el tiroteo es Noruega (2011), Alemania (2009, 2006, 2002), o en Finlandia (2008, 2007), etc. En esos casos la noticia, y el clamor público suelen centrarse en otras cosas, porque en esos países tienen leyes de armas bastante estrictas. La explicación de un fenómeno no se reduce a una sola variable.

Ahora, estos crímenes parecen ser más comunes en Estados Unidos que en otros países, y es tentador poner como explicación la gran cantidad de armas que hay en manos particulares en ese país. Pero Estados Unidos es un país enorme en población, por lo que es de esperarse que cualquier cosa que pueda ocurrir sea más común ahí que en países con poca población, como Noruega o Finlandia. Además hay otros países, como Suiza, donde hay gran cantidad de armas en poder de los ciudadanos y no ocurren estos incidentes.

Para poder entender por qué en un país como Estados Unidos la posesión de armas es un tema tan importante, hay que mirar dos elementos. Primero, está consagrado como un derecho en su constitución (aunque las palabras dejan lugar a interpretación) porque la revolución de las Trece Colonias fue posible gracias que cada campesino independiente tenía su arma, para cazar como para defenderse, que pudo usar contra los Ingleses. El arma es vista como una garantía de la libertad, después de todo, los pioneros en control de armas han sido los regímenes totalitarios, por razones obvias.

Además, se considera el arma como garantía de la seguridad personal, teniendo en cuenta que como los delincuentes no suelen obedecer las leyes de armas, el ciudadano honesto suele quedar indefenso frente al malhechor. Cuando ocurre que algún dueño de casa repele una agresión mediante el uso de su arma, como pasó en Santiago hace algunas semanas, no suele comentarse mayormente la noticia.

Por otra parte, la proliferación de armas en una sociedad hace más probable el crimen violento, y hace que aumente la tasa de suicidios. La solución al problema es cosa prudencial, no de principio. La tradición de armas de nuestro país es distinta a la de otros países, pero viendo lo que ocurrió luego del terremoto de febrero de 2012, y la reacción de las autoridades, siempre tendré mi arma relativamente a mano.

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