martes, 16 de octubre de 2012

En el día del Profesor

por Federico García (publicado en El Diario de Concepción)

El 16 de octubre es el día del profesor. Antes lo fue en otras fechas, pero se cambió porque a cada día le basta su afán. Por mi parte, creo que el día del profesor debería ser el último día de clases, en ese día se puede ponderar la labor del profesor y agradecerle adecuadamente.

La mayoría de las cosas que se aprenden se olvidan, y eso es causa de algún pesar para los profesores, pero algunas quedan para siempre y eso es una alegría como pocas, ya lo decía Gabriela Mistral.

El profesor Millman fue mi profesor de matemáticas en primer año de universidad. Era un curso de nivelación para quienes no estábamos listos para Cálculo I. Aprendí bastante, lo suficiente como para luego pasar Cálculo I (a pesar de que el profesor de Cálculo I era belga y no se le entendía absolutamente nada). Pero matemáticas no fue lo más importante que aprendí del profesor Millman: su lección más duradera fue sobre justicia.

Un día cualquiera el profesor terminó de pasar la materia correspondiente a una unidad diez minutos antes de que terminara la hora de clases. Los alumnos le sugerimos que nos dejara salir, ya que no tenía sentido empezar una nueva unidad en el corto tiempo que quedaba. El profesor dudó un momento y luego dijo que no. Dijo que en conciencia no podía dar la clase por terminada ni siquiera diez minutos antes, porque era su deber para con nosotros, sus alumnos, y para con las autoridades de la universidad hacer clases todo el tiempo encomendado.

Ante la insistencia de los alumnos, añadió que para eso le pagaban, que al final éramos nosotros quienes le pagábamos para que nos enseñara, y que no era justo que acortara la clase si es que recibía su sueldo –nada de malo, añadió– puntualmente. Le dijimos que no nos importaban mucho esos diez minutos, que se los perdonábamos. Pero el profesor Millman se mantuvo firme y se dispuso a aprovechar el escaso tiempo que quedaba.

Ya olvidé casi toda la matemática que alguna vez aprendí, pero esa lección de justicia no se me olvida nunca, y algunas veces la aplico yo mismo con mis propios alumnos, que no acaban de entenderla completamente.

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