miércoles, 21 de diciembre de 2011

Serman

por Federico García (posteado en El Mostrador)

El último impasse entre el Presidente de la República y la Ministra del Sernam ha terminado por convencerme de que hace falta un Serman. Sí, un Servicio Nacional del Varón, un Ministerio de la Hombría o algo así.

Es una exigencia de paridad. Tener un Ministerio de la Mujer y no uno para el hombre es discriminatorio; es decir públicamente, desde el Estado, que mientras las mujeres necesitan de todo un ministerio que se ocupe de sus asuntos y problemas, los hombres se las arreglan solos. O al contrario, habiendo un ministerio exclusivo para los intereses femeninos, se podría concluir que aquello de lo que se ocupan los demás (minería, economía, defensa, trabajo...) son cosas de hombres.

Para poder establecer las funciones del nuevo ministerio habría que definir la hombría. Cosa compleja, porque la hombría en este país está en un estado lamentable. Algunos hombres no parecen hombres (pokemones, emos, metrosexuales, etc.) y otros parecen bestias. No profundizaré en las causas del fenómeno, pero veinte años en los que sólo se habló de derechos y protección no pueden pasar sin más por la psyche masculina. Pero dejémoslo ahí, es mejor enfocarse en la solución que en el problema.

¿Qué haría el Serman, aparte responder a la ministra del Sernam cuando fuese necesario? Tendría que supervisar a los otros ministerios, asegurándose, por ejemplo, que el Mineduc se ocupe de que los niños aprendan cosas como prender una fogata, cambiar una rueda, disparar un arma, cavar con un chuzo o aforrarle a un matón (o “bully”), y que lean textos como el Cantar de Mío CidBeowulf, o la Ilíada - eso sí que sería educación de calidad.  O desde el Ministerio de Cultura tendría que organizar ciclos de cine con películas como Rambo,Un Hombre de dos Reinos, Duro de Matar o Cyrano de Bergerac.

El Ministerio de la Hombría tendría que hacer campañas en las que se grafique cómo se porta un hombre frente a la adversidad, o con una dama (de esas que nunca dicen que sí). Una campaña así no podría tener un “rostro”, sino un caracho. Clint Eastwood, el Comandante Whitehead o Jonathan Goldsmith podrían servir.  Las atribuciones del Serman podrían extenderse quizás hasta tener autoridad para amonestar y cursar infracciones a hombres que den mal ejemplo. Pero habría que ponerle límites: si tuviese campos de reeducación –como los que se vieron en Indonesia para los punks- sería darle demasiado poder a un ente estatal (las delicias de los socialistas, en todo caso).

Una iniciativa como el Ministerio de la Hombría generaría muchas quejas entre hombres poco hombres y sobre todo en aquellas mujeres que para triunfar necesitan un mundo de hombres afeminados.  Quizás el Serman nunca logre aprobarse: un país que lo necesite no podría construirlo, uno que pudiera hacerlo no lo necesita.

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