martes, 28 de junio de 2011

Papá Estado se transforma en Gran Hermano

por Federico García

La polémica decisión del  gobierno de monitorear las redes sociales nos descubre una paradoja: el gobierno ha decido meterse a mirar los comentarios que hacen las personas en twitter y otros foros públicos, para “escuchar mejor” (como le decía el lobo a Caperucita).  Pero si escucha para saber lo que quiere la gente, tendría que dejar de monitorear las redes sociales, porque la gente no quiere que la “escuchen” ahí. Es una decisión que de cumplirse a cabalidad, se anula a sí misma.

Esta decisión también deja en claro la necesidad real que tiene el gobierno de escuchar a la gente, tomarle el pulso al momento, bajar de la torre de marfil, o como quiera decirse. Era obvio para cualquier persona con dos dedos de frente que una política como ésta iba a caer como patada en la guata, sobre todo en un momento de bastante agitación social. Parece que en el segundo piso no se les ocurrió.

Pero en todo esto aún hay más cosas que considerar. Por ejemplo, que si lo que se dice en internet es público, cualquiera puede escucharlo, incluido el gobierno. Después de todo, si uno dice algo en público, es para que se oiga. ¿Acaso no es el propósito del que hace comentario en un blog el de “hacer una diferencia” o “influir”? Ahora va a ser realidad. ¿No deberían estar felices los cyberciudadanos de que el gobierno pare la oreja para escucharlos? Parece que no. Resulta ahora que las voces que gritan amenazan con callarse si es que el gobierno se pone a escucharlas. Los ciudadanos digitales también tienen sus contradicciones, creo que en este caso hay un cierto temor a perder el anonimato, a tomar responsabilidad por lo que se dice.

No hay que olvidar que esto es una extensión de lo que hace el gobierno hace tiempo: monitorear la prensa, escrita y digital. (No sólo el gobierno, los departamentos de comunicación de muchas instituciones están siempre revisando la prensa y las redes sociales para ver qué se dice ellos, cuántas veces salen, cómo salir más, etc.).  O sea, nada nuevo. Los que se escandalizan simplemente tienen que desenchufarse un rato se sus pantallas y darse cuenta de cómo está funcionando el mundo desde hace un tiempo.

Termino con dos consideraciones. Primera, y de sobra comentada, es que esta medida del gobierno es llevar la encuestocracia a un nivel nunca antes visto. Pareciera que el gobierno no tiene proyecto y que lo único que quiere es ser popular. La culpa la tenemos, en parte, los ciudadanos que elegimos a este gobierno: fue un voto negativo, de rechazo a la Concertación, pero no a favor de nada.

Segundo, el gobierno debería tener muy claro el perfil de la gente a la que va a escuchar cuando empiece a mirar las redes sociales. Aunque Chile tenga altísimos niveles de uso de facebook, twitter, y fotologs, los usuarios no son representativos de la población. ¿Quiénes son estos internautas? Me atrevo a decir que aquellos que pierden el tiempo frente a la pantalla en las horas de trabajo, si es que tienen un trabajo.

Espero que un informe de esta columna llegue a dónde corresponda.

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