miércoles, 2 de noviembre de 2011

Recuerde el alma dormida…

por Federico García (publicado en El Sur, de Concepción)

"Igual te vai a morir, pela'o" fue lo que escuchó mi calvo profesor mientras trotaba. La voz venía de arriba, desde un edificio en construcción y el profesor reconoció la sabiduría de esa frase. Toda vida, no importa cuánto se haga por conservarla, termina en la muerte. Tan así es, que los alumnos de Biología siempre mencionan la muerte como una característica de los seres vivos, aunque parezca contradictorio.

A pesar de esto, gran parte de nuestros esfuerzos se centran en alargar la vida. Notable es que en nuestra sociedad sólo existen acuerdos cuando se trata  de mantener la salud corporal. Asombra pensar que Sócrates fue juzgado por corromper a la juventud pero nosotros perseguimos a los fumadores. Es comprensible, nadie quiere morir todavía. Sin embargo hay más en la vida que sólo mantenerla y alargarla. Si ese fuera el fin, toda vida estaría destinada al fracaso desde su inicio.

Este afán por mantener la vida y la salud nos muestra la importancia de distinguir entre lo importante y lo necesario. Necesario es respirar, nutrirse, salir a trotar... Pero después hay que decidir qué hacer con la vida y la salud que tanto cuestan mantener. Eso es lo importante, porque si la vida se transforma en un fin en sí mismo, el vivir pierde su sentido.

El peligro está en que entre tanta distracción lo importante puede pasar a segundo plano y hasta al olvido.  No es éste el lugar para disertar sobre dónde y cómo ha de buscarse el sentido de la vida, pero se puede hacer una pequeña recomendación: dado que los problemas humanos como éste son constantes, muchos han escrito sobre ellos después reflexionar. El tiempo, que todo lo vence, nos indica cuáles son los libros que valen la pena. La Ética de Aristóteles, la Consolación de la Filosofía de Boecio o las Coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique pueden ser un buen punto de partida.

Aunque la consideración de la muerte no sea el pensamiento más alegre, puede ser útil. Nos muestra que la vida viene con un plazo: lo que no se hace en los años que pasamos en la tierra, simplemente no se hará. Si no buscamos la razón del vivir, corremos el peligro de pasar por la vida como por un sueño. La muerte es un límite, pero un límite cuya contemplación nos despierta.

El tema urge, porque podría ser que por tanto ajetreo lleguemos a la vejez sin darnos cuenta que hemos dedicado poco tiempo a lo realmente importante, hasta que un sabio grite desde lo alto "igual te vai a morir, pela'o".

1 comentario:

  1. Podría agregar- como alguien dijo por ahí-, ya desde que nacemos nos estamos muriendo.

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