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martes, 16 de junio de 2015

“Ya no basta con rezar”

La base de la pasarela que está frente a la universidad sirve como lienzo para los muralistas que buscan trasmitir su mensaje. El estilo de las UMLEM (Unidades muralistas luchador Ernesto Miranda) es reconocible y no varía mucho de un mural a otro, se nota que se ha creado escuela. Estos murales no son grandes obras de arte pero sí son bastante expresivos (rostros de ojos grandes, mucho color rojo, contraste, etc.). Esta mañana, sin embargo, apareció una imagen distinta en la base de la pasarela: una reproducción del afiche de la película "Ya no basta con rezar" (Aldo Francia, 1972): un sacerdote, empuñando la mano izquierda y lanzando una piedra con la derecha, y en letras negras, la consigna que le da el nombre a la película (más de cuarenta años, que parece que pasan en vano: en Chile no hay mucha renovación política, en ningún sentido). Tiene su qué, el mensaje es directo: la universidad es una universidad católica.

Me llamó la atención la representación del sacerdote: con sotana y cuello romano. La costumbres han cambiado, pero la iconografía, no. Creo que es casi imposible que en sus vidas, los muralistas hayan visto por las calles a un sacerdote de carne y hueso vestido con sotana. Por de pronto, de los que hacen clases en la universidad ninguno usa sotana. Cuello romano, sí, pero tampoco todos van de riguroso negro. Hay alguno por ahí  que no lleva nada que señale su condición clerical. En esto está la ironía, por supuesto. Los sacerdotes que andan de sotana, o al menos de traje y cuello romano, no tiran piedras, y si hay sacerdotes que tiran piedras (aunque desde antiguo los clérigos tienen prohibido empuñar las armas), esos no suelen andar de sotana ni usar el cuello romano. Es más, probablemente si hubiera algún sacerdote dedicado a tirar piedras, probablemente no podría ser reconocido como tal por su indumentaria externa: inútil, entonces, como modelo para un muralista que quiera interpelar a la Iglesia.

Más allá de la imagen, queda la consigna. ¿Querrán decir que a pesar de todo, de lo demás, hay que seguir rezando todavía? ¿Es que Dios no ha muerto aún, ni si quiera para los muralistas? Vale la pena preguntarse si quienes sinceramente escribieron eso en el muro, o adhieren a ello, han rezado lo suficiente como para poder llegar a pronunciar con propiedad una consigna así. La gente que conozco que reza, reconoce que reza demasiado poco como para poder decir que ese recurso está agotado. (Y si alguien se ha encontrado alguna vez con un alma de oración, sabrá que su mirada a la realidad es mucho más profunda y certera que la que pueda ser expresada en cualquier consigna.) Pero sólo quería referirme a un mural visto en la oscuridad de esta mañana.


martes, 13 de mayo de 2014

Los poderosos de siempre

Los poderosos de siempre se oponen a la reforma tributaria –parece que hay muchos más de los que se suponía. Para que no fueran un grupo tan indefinido, se los redujo a unas 4.500 familias (podría  publicarse una lista para conocerlas por nombre). Algunas de estas familias podrían tener decenas miembros, por lo que el grupo sigue siendo difuso. Además, quienes nos informan sobre esto dicen que no hay que creer todo lo que se dice, por lo que al final todo sigue envuelto la neblina de la vaguedad.

En todo caso, los poderosos de siempre se han asustado un poco (ya era hora) y al verse acusados por  videos emanados de los sótanos de La Moneda, probablemente se sientan como Sócrates ante el tribunal ateniense (supongo que el equivalente actual a una comedia de Aristófanes es un video en You-Tube). Les habría hecho bien leer la “Apología”, habrían estado mejor preparados  (ya decía Leo Strauss que Platón era un autor peligroso), pero  supongo que no tenían tiempo para esas filosofías.

Ahora bien, si los poderosos de siempre fuesen tan poderosos, un video como el que los acusa no habría llegado a ver la luz. Es de suponer que se les oponen otros bastante poderosos también, aunque sólo lo hayan sido desde 1990. Si sale la reforma tributaria quedará claro quién es el más poderoso.

Por otra parte, habría que ver si es verdad que estos poderosos lo han sido siempre. Quizás entre ellos se encuentren los descendientes directos de aquellos españoles esforzados que llegaron a estos fértiles valles con Pedro de Valdivia hace casi quinientos años –eso es como desde siempre– y se repartieron las tierras (sus nombres están inscritos en un monumento en el cerro Santa Lucía). Habría que ver, también, si este selecto grupo excluye a quienes no son miembros de las familias fundadoras de Chile (tomos I, II y III).

Pero una mirada a la historia reciente muestra, en cambio, que entre los poderosos que denuncia el gobierno hay bastantes recién llegados. Los grupos de inmigrantes se han integrado bastante bien en Chile. Es cosa de ver a los croatas (Luksic), a los ingleses (Edwards), italianos (Angelini), alemanes (Paulmann), suizos (Frei), españoles llegados después de la independencia (Menéndez), palestinos (Saieh) y otros. Ninguno de ellos fue bien visto en su época, los de siempre les tenían sobrenombres y los miraban en menos, pero ellos se ganaron su lugar. No fue hace mucho, menos desde siempre.

Esta imagen que ha creado el gobierno es una forma de manejar a los que no son poderosos, manipulando el lenguaje, la imaginación y otras formas de acceder a la realidad. Esa forma de concebir y ejercer el poder sugiere que los que ahora ocupan el gobierno aspiran a ser controlar vastas áreas de la vida nacional, y por mucho tiempo. A ver si alguien se anima a hacerles un video.

martes, 10 de septiembre de 2013

La verdad oficial

Cuando se promueve una “verdad oficial” sobre alguna cosa, es razonable sospechar si no hay algo que se quiere ocultar. Un ejemplo de hace algunos años es bien ilustrativo: la glorificación de la figura de Salvador Allende, que llegó a su culminación cuando fue declarado –por el canal gubernamental, nada menos– como el chileno más grande de todos los tiempos. Se comprende que alguien pueda sentir cariño por don Chicho. Quienes lo trataron personalmente decían que era encantador. Es natural, casi, que un borrachín mujeriego despierte las simpatías de algunos (pasando por alto, por supuesto, las sumas de dinero que recibió durante años de una potencia extranjera y sus opiniones eugenésicas). ¿Pero el chileno más grande de toda la historia? ¿Más que José Miguel Carrera y Bernardo O’Higgins? ¿Más que Mariano Egaña y Diego Portales? ¿Más que Arturo Prat y que el padre Alberto Hurtado? Con dejarlo descansar en paz bastaría. Sospechoso.

Los proyectos de ley que buscan castigar a los historiadores que digan algo distinto de lo establecido, las funas a los documentales que muestran la historia reciente de Chile desde una perspectiva diferente, las declaraciones del Partido Demócrata Cristiano tratando de alterar su pasado, el dictamen de la Contraloría que establece que el MIR fue una empresa (¿habrá pagado impuestos?) tienen cierto aire de “verdad oficial”.

Cuando se oculta algo de esa manera, es porque es inconveniente o vergonzante. ¿Qué es lo que se oculta detrás de esto? En términos de tiempo, lo que se tapa es el período de 1970 a 1973 (o de 1964 a 1973). Es como si en esos años no hubiera pasado nada, ni se hubiera hecho o dicho nada. En términos conceptuales, lo que queda en las sombras es el proyecto de Allende y del gobierno de la Unidad Popular. Pero por mucho que ese tiempo esté en las sombras, los hechos requieren una explicación y existe documentación al respecto. El proyecto de la UP era la revolución. El modelo, Cuba. Los medios, instrumentalizar la democracia hasta donde fuera posible, y cuando se llegara al límite, la lucha armada. El fin: el marxismo científico, total (uno llega a sonreír con esas pretensiones epistémicas) y el hombre nuevo. En otras palabras: el totalitarismo.

 Ahora bien, el proyecto en sí no suele avergonzar a los predicadores de la verdad oficial, de hecho, todavía lo tienen como aspiración aunque los medios hayan cambiado un poco. Es un problema de imagen; no es conveniente que la "verdad no oficial" aparezca en toda su realidad porque levanta demasiada oposición. Qué mejor manera de sanear y maquillar la propia imagen que desviar la atención. Pero la "verdad no oficial", el intento de instaurar en Chile un régimen como el de Alemania Oriental o Cuba, no llegó a concretarse. El proyecto de los partidos de la UP fue cortado en el brote y, desde el punto de vista de la imagen, fue lo mejor que pudo haberles pasado.